El color de los taxis de Barcelona –como todo el mundo sabe- es negro y amarillo. No estamos desvelando nada. Es cierto. Pero, ¿quién es el buen observador que se ha preguntado y cuestionado alguna vez ese color tan peculiar? ¿A qué se debe?
La mayoría de los barceloneses, seguramente, nunca nos hemos preguntado tal cosa ya que estamos más que acostumbrados a ese color. Siempre ha sido así. Lo vemos normal porque hemos nacido con ellos. Pero es una vez crecemos y viajamos a otras ciudades de España cuando comprobamos que no todos los taxis son del mismo color. La mayoría de taxis de España son blancos con alguna franja de color que va variando según la ciudad o comunidad autónoma. Pero igualmente son pocos los niños curiosos que se preguntan el porqué de ese color tan peculiar y único en su especie.
Ya lo dicen que el viajar todo lo cura y te hace más listo. Y es que sólo los más intrépidos viajeros son conocedores de que los taxis de Barcelona no son tan únicos como muchos pensábamos. En Santiago de Chile y en Argentina –concretamente en Buenos Aires y Rosario- hay taxis del mismo color que los de la ciudad Condal.
La verdadera razón del color de los taxis de Barcelona
Para encontrar la razón a ese llamativo color hay que remontarse muchos años atrás. Casi un siglo de distancia aproximadamente, concretamente a 1924. En esa época, los coches de plaza, que era el término que se utilizaba para denominar a los taxis, estaban poco regulados y se creyó conveniente crear un código de circulación urbano para que todos los taxistas tuvieran unas normas comunes a las que ceñirse.
Además de ese código también se empezó a instalar el conocido taxímetro en cada taxi y se obligó a los taxis a llevar una línea a modo de identificación bajo la ventana. El color de dicha línea varía en función de las diferentes tarifas de los taxis. Por ejemplo, los taxis más baratos (40 céntimos el km) lucían una línea blanca debajo la ventana. Los seguían los taxis con línea rojo que tenían una tarifa 10 céntimos más cara por Km que los de la línea blanca. También habían los taxis con líneas amarillas que cobraban 60 céntimos por Km y, ya por último, habían los azules que te cobraban 80 céntimos por Km.
Todo iba sobre ruedas -nunca mejor dicho- hasta que tuvo lugar la Expo de 1929. En ese emplazamiento empezó un fuerte conflicto por las tarifas y la competencia entre los taxis autónomos y las compañías de taxis. El Ayuntamiento de Barcelona tuvo que mediar para poner paz en el conflicto y decretó una tarifa única para todos los taxis. Esa tarifa era la de 60 céntimos el Km, por lo tanto la de la franja amarilla.
Fue a partir de 1934 cuando todos los taxis de Barcelona tenían pintados una franja amarilla en la ventana. En ese momento empezó el icónico color de los taxis de la ciudad ya que los coches en esa época eran negros.
Ahora que ya sabéis el motivo del color de los taxis de Barcelona podéis intentar retar a los taxistas a ver si son conocedores de la historia de su gremio. Si no la conocen quién sabe… ¡A lo mejor os lo agradecen parando el taxímetro!
¡De nada! Y, ¡buen viaje!